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viernes, 17 de diciembre de 2010

El mercader y el prestamista

Les voy a contar una historia que no es propia. Es de una persona que escribió sobre el pensamiento lateral y la infinidad de soluciones para un problema. Veamos se las transcribo:


Hace muchos años, cuando una persona que debía dinero podía ir a la cárcel, un mercader de Londres tuvo la desventura de acumular una enorme deuda. Al prestamista que era viejo y feo, le gustaba la hermosa y joven hija del mercader, de modo que propuso un trato: cancelaría la deuda si podía quedarse con la muchacha.
Tanto el mercader como su hija se sintieron horrorizados ante esta proposición, pero sabían que no tenían más remedio que aceptarla. Entonces el prestamista sugirió que se dejara en manos de la providencia la decisión. Así, indico que colocaría una piedra negra y una blanca en un saco vacío, y que después la chica debía tomar una de las piedras. Si ella escogía la piedra negra, se convertiría en su esposa y la deuda de su padre sería cancelada. Si ella seleccionaba la blanca, se quedaría con su padre y la deuda sería perdonada. Pero si rehusaba a tomar alguna de las piedras, su padre iría a la cárcel y ella quedaría sola y totalmente desprotegida.
El mercader aceptó con renuencia. El grupo se hallaba en una vereda de piedras, en el jardín del mercader. Mientras hablaban, el prestamista se inclinó para recoger las dos piedras, pero entonces la temerosa chica se dio cuenta de que él había tomado dos piedras negras y las había colocado en el saco. Enseguida, el viejo pidió a la chica que tomara una de las piedras, la que decidiría su destino y el de su padre.

La elección
Ahora pido al lector se detenga un momento a meditar sobre este pasaje y piense cuál de las siguientes opciones debería tomar la hija del mercader (¿existen otras?): 

1.- La hija puede rehusarse a tomar la piedra. 

2.- La hija puede decir que existen dos piedras negras en el saco y demostrar que el prestamista es un tramposo, lo cual generaría su enojo.

3.- También puede tomar la piedra negra y sacrificarse para salvar a su padre. Si se ha inclinado por alguna de estas opciones, de acuerdo con De Bono, estaría utilizando el pensamiento lógico tradicional (también denominado “vertical”), y cualquiera de estas decisiones provocaría que la muchacha tuviera que casarse con el prestamista o, en su defecto, enviaría al padre a prisión.


Esta historia muestra un típico problema en donde, aparentemente, no existe una salida inteligente y beneficiosa, sino más bien pareciera que ante esta clase de realidades el raciocino fuese un enemigo.
Pero, ¿existe una solución alterna para la hija del mercader?, ¿acaso el prestamista se tiene que salir con la suya?

La solución 
Utilizando el pensamiento divergente De Bono brinda una solución distinta, un escape insospechado. Veamos:

“La chica de la historia metió la mano en la bolsa y sacó una piedra. Sin verla, la dejó caer a la vereda, donde se perdió con las demás. ‘Que torpe soy -dijo-, pero no importa: si abren la bolsa verán que piedra tomé por el color que queda’. “Como la piedra que había en el saco era negra, se supuso que ella había tomado la blanca, ya que el prestamista no se atrevía a admitir su deshonestidad”.


Moraleja

La moraleja es evidente: una situación que parece imposible de remediar beneficiosamente se puede transformar en una condición ventajosa, en una oportunidad, cuando se hace uso del pensamiento divergente.
La solución que se deriva de este proceso, analizada ahora desde la óptica del pensamiento tradicional suena bastante lógica, y diríamos que en ocasiones hasta obvia, y entonces es cuando exclamamos: “¡qué fácil, ¿cómo no se me había ocurrido esta solución antes?!”. En síntesis, el pensamiento lateral puede aprenderse y aplicarse para nuestro provecho. Es una actitud y un hábito mental. Es cuestión de toma de conciencia y de práctica; no de revelación.

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