Parada en el colectivo el miedo me paralizaba. ¿Cuántas
veces me habían asaltado? Muchas, pero ya no me animaba a decirles que tomen mi
vida. No más.
Desde que creía había vuelto a la vida con todo lo bueno y
lo malo, no era capaz. Quería sentirme libre.
Probé otra seca de mi cigarrillo, mientras veía a los
transeúntes caminando por las aceras oscuras de aquel frio invierno. El reloj
marcaba las 18 hs y estaba oscuro.
Algunos se me acercaban a pedirme alguna moneda para el sándwich. Yo apenas disimulaba el miedo que me helaba los dedos, más que aquel viento de libertad que tanto tiempo había pedido.
Algunos se me acercaban a pedirme alguna moneda para el sándwich. Yo apenas disimulaba el miedo que me helaba los dedos, más que aquel viento de libertad que tanto tiempo había pedido.
Lo tuve solo un momento. Esta vez no quería estar sola.
Pensé esta vez que me habían cambiado. Ya no era la misma persona capaz de enfrentar
la noche. Ahora el miedo no era hacia mí sino a los demás.
Aún así mientras me quedaba sola otra vez en la parada me dí
cuenta que quería recuperar un poco más de lo que fui…Dejar de desconfiar del
resto.
Mi cabeza una vez más me trasladó a mi pasado y supe una vez
más que al menos ahora amaba la vida.
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